Perfiles y argumentos
El perfil del paciente bulímico
- Episodios recurrentes de voracidad (exceso en el comer)
- Conciencia de que el patrón alimentario es anormal
- Sentimiento de no poder para la ingesta
- Oscilaciones significativas de peso
- Deterioro de piezas dentarias en vomitadores
- Alternan con ciclos restrictivos
- Tienen conductas compensatorias como: escupir, abuso de laxantes, abuso de líquido
- para compensar el hambre o provocar el vómito
- Ayuno
- Hiperactividad
- Cortan los alimentos en trozos grandes, comer rápidamente
- Apenas mastican o tragan sin masticar
- Prefieren grandes porciones
- Son mayormente abúlicos (falta de voluntad para hacer algo)
- El carácter se vuelve irritable
- Se sienten culpables
- Comen a escondidas
- Pueden robar para comprar comida
- Obsesión por la silueta y el peso
- Oscilan entre la autoexigencia y el abandono
- Oscilan entre la euforia y la depresión
- Suelen abandonar todo lo que emprenden
No olvidemos la importancia de la detección temprana.
El perfil del paciente anoréxico
- Falta conciencia de la enfermedad
- Miedo intenso a ganar peso
- Distorsión de la imagen corporal (se ven gordos a pesar de tener bajo peso)
- Rechazo a mantener el peso en nivel normal
- Ausencia de períodos menstruales, piel seca
- Hipotensión (presión baja), hipotermia (baja temperatura corporal)
- Cortan los alimentos en trozos pequeños
- Comen lentamente
- Mastican largo rato antes de tragar
- Prefieren pequeñas porciones
- Tiran, escupen o esconden la comida
- Pueden consumir laxantes y/o diuréticos
- Cuentan las calorías
- Tienen rituales con la comida
- Realizan mucha actividad física para bajar de peso
- Se aíslan socialment
- El carácter se vuelve irritable
- Cambios en el estado de ánimo (40 ó 45 % de los casos)
- Tienen conductas obsesivas
- Autoexigencia
- Rechazo a la sexualidad
- Pueden darse atracones
- Usan ropa suelta para tapar su cuerpo
No olvidemos la importancia de la detección temprana.
Los argumentos más comunes de un hijo enfermo
La «verdad universal» que todo enfermo de Anorexia o Bulimia proclama es la más difícil de rebatir para cualquier persona (familiar, pareja, amigo, etc.) inexperta, por lo que debemos prestarle especial atención; “Estoy sano”, afirman. Y esto es la base de sustentación de la enfermedad. Merecen un breve análisis las argumentaciones que comúnmente se utilizan para justificar conductas patológicas.
A continuación consideraremos algunas de ellas:
Estoy sano
Tengamos en cuenta que el paciente no tiene conciencia de enfermedad. Presenta distorsión de la imagen corporal (se ve gordo y, cuando más adelgaza, más gordo se ve).
El terror a engordar está presente y la combinación de todos estos factores da como resultado un actitud defensiva frente a la posibilidad de cualquier tipo de alternativa terapéutica “que lo engorde”.
Ante esta situación, siempre negará la enfermedad y nunca estará dispuesto a concurrir a una consulta médica.
A esta altura comprendemos que tenemos que buscar asistencia especializada a pesar de su negativa.
No espere busque un diagnóstico correcto.
Quiero engordar, pero…
Si nuestro hijo, familiar, pareja, amigo, está con muy bajo peso es realmente cuando más nos alarmamos. En nuestra desesperación, insistimos para que coma aunque sea un poco.
Seguramente nuestros ruegos o amenazas serán inútiles. Se seguirá viendo gordo y persistirá con su dieta. Sin embargo puede ocurrir que reconozca estar flaco y asegure que está haciendo esfuerzos para aumentar de peso sin resultado. En ocasiones, se animará a comer delante de nosotros para sostener su teoría. Esté atento entonces: ¿cuántos ayunos se alteran con las comidas? ¿Existen conductas purgativas que podamos detectar?
Si la situación persiste, no demore la consulta médica.
La comida me cae mal
Esta excusa es muy frecuente para justificar el ayuno o la alimentación insuficiente. En ocasiones, los familiares angustiados deambulan por infinidad de especialistas, realizan todo tipo de estudios con resultados negativos. Pese a ello, el paciente insiste con su mal imaginario y se niega a comer.
Investiguemos. No justifiquemos excusas para no comer.
Ahora soy vegetariano
Con el aparente propósito de llevar una vida saludable, el paciente decide suprimir algunos alimentos. Lo hace con los que considera que tienen mayor valor calórico, entonces elige sólo algunas verduras (a veces un poco de queso), y se transforma así en vegetariano o vegano.
Defiende a rajatabla su postura y comienza a restringir cada vez más la variedad de vegetales que integran su alimentación. Prefiere generalmente el zapallo y la zanahoria, logrando de esta manera su objetivo de bajar de peso.
Recordemos que la alimentación debe ser variada, equilibrada y completa.
Soy grande para que me controlen
Cuando esta frase se repite con frecuencia es muy posible que nuestras sospechas estén bien fundadas. En nombre de la libertad, el paciente pretende ocultar sus conductas y persistir en sus hábitos.
Pongamos en evidencia la enfermedad.
NO a los tratamientos
“Estoy bien” o “estoy mejor” son algunas de las afirmaciones que suelen repetirse con relativa frecuencia. Ante esta situación, se responde con firmeza. No debemos ser cómplices de la enfermedad.
Si hemos comenzado un tratamiento, no permitamos que se abandone. Si todavía no lo hemos hecho, comencemos ya. No aceptemos argumentos que posterguen esta decisión, encaremos el problema. Tenemos un compromiso con la vida y con nuestros hijos, amigos, familiares, parejas.
Cumplamos con nuestro deber y velemos por su salud.
La actividad física y los deportes
La gimnasia forma parte de una vida sana. Contribuye al desarrollo armónico de nuestros jóvenes. Estimular su práctica es saludable, pero prestemos atención. La hiperactividad es uno de los síntomas de la Patología Alimentaria.
Cuando el ejercicio se practica con el único fin de bajar de peso, en forma intensa y compulsiva y en sesiones prolongadas, no es beneficioso. Por el contrario, reactiva la enfermedad.
Cuidemos que la actividad física se realice en su justa medida.
El perfeccionismo
Prestemos atención al alumno ejemplar. La presentación de sus trabajos, su dedicación al estudio, sus rutinas, despiertan nuestra admiración. Lo ponemos como ejemplo ante el resto de la clase, lo consideramos “el mejor”.
Este tipo de personalidad, donde el perfeccionismo se manifiesta en todo momento, es característico del anoréxico. Observemos entonces, ¿se muestra obsesivo con su físico? ¿se esfuerza por conseguir “el cuerpo perfecto”? ¿cómo es su alimentación y su actividad física?.
Descubramos a tiempo la Anorexia Nerviosa. A veces está escondida en el/la abanderada/do de la escuela.
Los cambios de carácter
Esta es una señal de alerta que debe ser tenida en cuenta. La agresividad, la ira, los excesos de llanto, la inestabilidad emocional y el aislamiento están presentes en la patología alimentaria. Si advertimos estos cambios, observemos también si existen otros signos que completen el cuadro de la enfermedad.
Observemos a nuestro alrededor. La enfermedad está al acecho.
La vergüenza de mostrarse
La distorsión de la imagen corporal que se presenta en la patología alimentaria hace que quienes la sufren, se vean «gordos» a pesar de tener una apariencia normal o bajo peso.
Generalmente, por este motivo, quieren esconder el cuerpo, ocultarse ante los ojos de los demás. Se esconden debajo de ropa muy holgada, se niegan a usar traje de baño y evitan situación que los obligue a mostrarse.
Enseñemos a los jóvenes a aceptarse y a quererse a sí mismos.
El uso del baño
Entre las conductas purgativas, el vómito autoprovocado es muy frecuente. Se debe poner especial atención para detectar este hábito; sobre todo, después de una ingesta que habitualmente se realiza en el recreo.
La vigilancia debe extremarse ya que las consecuencias de esta práctica son graves. Los vómitos frecuentes pueden producir un descenso del nivel de potasio en sangre, lo que puede ocasionar un paro cardíaco.
Observemos con atención. Si algo anormal sucede hablemos con la familia.